El término “procrastinación” proviene del latín: pro (adelante) y crastinus (aplazar, postergar, posponer), por lo que la procrastinación es la acción o el hábito de postergar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables.
En las adicciones, la procrastinación no responde tanto a la sustitución por situaciones más agradables, sino que se dirige más a la evitación de situaciones desagradables y dolorosas.
Así pues, la persona dependiente cuando procrastina realiza, en el fondo, una conducta claramente evasiva, sin embargo, mantener dicha conducta da lugar a una sensación de ansiedad generada ante esta tarea, responsabilidad o compromiso pendiente de concluir. Es decir, por evitar una consecuencia desagradable, lo que se consigue es otra consecuencia igual o más desagradable.
En las adicciones lo que se pospone en un primer momento es “el abandono del consumo”, ¿por qué se da esto?, porque la persona que presenta un trastorno por dependencia de sustancias suele percibir su vida sin consumir como abrumadora, desafiante, inquietante, peligrosa, difícil, aburrida, fuera de su control, es decir, altamente estresante.
Por ello, el adicto se justifica a sí mismo el aplazamiento del abandono del consumo a un futuro en el que cree que estará más preparado, algo que no llegará, puesto que iniciar un proceso de abstinencia y mantenerlo, en la gran mayoría de las ocasiones, conlleva una serie de consecuencias físicas, cognitivas y emocionales negativas pero necesarias para poder llevar a cabo la consecución del objetivo buscado.
Las situaciones que un adicto procrastina más habitualmente y que van dando lugar a los diferentes criterios diagnósticos para el “trastorno por dependencia de sustancias” son:
1- El cambio fundamental de conducta: dejar de consumir.
2- Tareas más cotidianas: ir al médico, responsabilidades domésticas (comprar, planchar…), cortarse el pelo, afeitarse, pagar facturas…
Generalmente este aplazamiento se relaciona con el hábito de dedicar mucho su tiempo en la búsqueda, consecución y consumo de la sustancia tóxica. Esto genera sensación de caos, de no poder llegar a todo, de frustración, debido a la acumulación de tareas pendientes.
3- Compromiso personal: El adicto impide que su vida mejore en diferentes ámbitos, como el laboral o el educativo (no se forma, no busca empleos mejores, no le preocupa su puesto de trabajo por lo que falta al mismo debido a las intoxicaciones o a los periodos de recuperación), no resuelve problemas familiares, es más, los incrementa cada vez más (por un lado acumula problemas por su consumo y las consecuencias del mismo, y por otro, evitar hacer frente a los problemas familiares hace que se agraven aun más). Esto produce sentimientos de insatisfacción, inseguridad, inferioridad y estancamiento.
4- Compromiso con los demás: El dependiente desatiende los compromisos adquiridos con su pareja, sus hijos, familia y amigos, incumple sus obligaciones, no respeta plazos, desatiende las relaciones, no se preocupa por la situación de las personas que le rodean, tiene otras prioridades relacionadas con su consumo que antepone a estos compromisos.
Como consecuencia pierden el respeto y, sobre todo, la confianza de los demás, de sus seres queridos, produciéndose un deterioro notable de las relaciones y de la convivencia.
La procrastinación se relaciona con mayor estrés, ansiedad y depresión
El psicólogo William Knaus nos comenta que las “autodudas” (falta de autoestima y de confianza en las propias capacidades), junto a la baja tolerancia a la tensión, son raíces de las conductas de procrastinación.
La “autoduda” es el reflejo de un proceso autodestructivo, ya que la persona adicta juzga sus habilidades como deficientes o inadecuadas, haciendo una valoración negativa de sí mismo, como un reflejo de la baja autoestima que suelen presentar estas personas, y que, generalmente, está en la base de su dependencia, entre otros factores.
Así pues, las causas más habituales para procrastinar la decisión de “abandonar el consumo”:
- No saber cómo hacerlo.
- No saber si realmente quiere dejar de consumir.
- Estar bloqueado y necesitar un impulso para comenzar.
Sin embargo en los trastornos por dependencia no sólo aparece la procrastinación en el momento de tomar la decisión de “dejar de consumir”, también se hace presente en la fase de rehabilitación, que incluye un cambio de hábitos como parte fundamental para mantenerse en abstinencia y evitar recaídas.
La parte más importante de un nuevo hábito es iniciarlo, no se trata del desempeño, sino de tomar la acción de manera consistente. Iniciar es más importante que triunfar, ya que si se inician nuevos hábitos habrá mucho tiempo para mejorar el desempeño en el futuro.
Un estudio publicado en 2016 en la revista “Ples One” muestra que una mayor tendencia a la procrastinación se relaciona con mayor estrés, más problemas de ansiedad y depresión y mayor fatiga. Además se relaciona la procrastinación con una menos satisfacción con la vida, es decir, procrastinar se asocia con una peor salud psicológica.
Bibliografía: